La Búsqueda Eterna que derivó en El Hombre Eterno

Resulta que estudio algo llamado Ciencias de la Información. Y que a la gente le encanta burlarse de mí por eso, o por el simple hecho de ignorar de que se trata.

Es una importante carrera universitaria que no cuenta con su debida promoción. O sea: no la conoce nadie.

Esto es lamentable ya que al haber poca gente que la estudia, hay poca gente que sabe buscar, recuperar, organizar, almacenar, difundir, información, e incluso muy pocos son capaces de ser conscientes de la necesidad de información que tienen, o del valor que adquirío la información en el mundo actual. No me refiero solo al valor de uso que siempre tuvo sino también a su valor de cambio (que incrementa a pasos agigantados).

No voy a colgarme hablando de la información y de la incapacidad para usarla, pero ayer la realidad se encargó de demostrarme una vez más la triste necesidad que tenemos de saber aministrar eficientemente la información.

Fue algo tan simple como querer conseguir un libro. Me acerqué a la calle Corrientes y recorrí la infinidad de librerías que hay ahí en busca de un libro en particular que jamás conseguí. Resulta que como el libro es poco conocido cada vez que lo nombraba el señor librero iba, se fijaba en su base de datos, y segundos después me informaba que no lo tenía.

Esto se repitió incontables veces, hasta que comencé a sospechar. No podía ser que nadie tenga el libro. Logicamente recurrí a la lógica. Había tres opciones.

a) el libro verdaderamente era imposible de conseguir.
b) los libreros no sabían usar la base de datos.
c) la base de datos estaba mal armada.

Como la primera opción no me convenía, la descarté al instante.

Y como no quería prejuzgar a la gente, preferí no emitir juicio sobre nadie antes de conocerlo. Tampoco tenía tiempo para conocer a nadie así que elegí la tercera opción. Las bases de datos no servían para nada.

Así que la emoción dejó de ser "obtener el libro tan ansiado" para ser "comprobar empíricamente que las bases de datos están mal armadas". Lo comprobé al instante. Ví un libro sobre una mesa (La Montaña de los Siete Círculos, de Thomas Merton, un tremendo libro que me hubiese comprado si no lo hubiera fotocopiado a fines del año pasado) y me dirigí hacia el mostrador preguntando por "algún libro de un tal Merton"

No me sorprendí para nada al oir la respuesta negativa. El tipo buscó en su base de datos y no encontró nada de Merton. Yo hubiese tardado menos de 7 segundos, ir a la mesa, volver al mostrador con el libro en la mano, pero al tipo poco y nada le iba a interesar mi investigación y lo máximo que pudo haber hecho era ingresar el libro a la base ( o no)


Si yo no hubiera sido yo, si yo hubiese sido una persona con 42 pesos en el bolsillo, estando dispuesto a pagar ese libro, y no lo hubiera visto sobre la mesa, el señor librero se hubiera perdido de vender un libro. Tal vez por la ignorancia de no saber subir eficazmente un libro a la base, tal vez por el desinterés de subir un libro mas, o un libro menos.

Yo me pregunto: Que es peor? La ignorancia o el desinterés?
La respuesta no la sé, y tampco me importa

Pero así llegué fue como se comprobaron mis tres teorías, que en realidad vienen a formar solo una.

a) el libro era verdaderamente imposible de conseguir porque
b) los libreros no saben usar la base de datos, por lo tanto
c) las bases de datos están mal armadas


Bueno, no me iba colgar hablando de mis experiencias y de la ineficiencia de otros, pero me colgué.

Quiero pasar a la parte positiva del día.

Entre idas y "avenidas", en una librería escondida encontré otro libro que busqué mucho (mentira, no lo busqué tanto) y era imposible de conseguir (en realidad lo venden en todos lados pero a un precio inalcanzable para un muchacho como yo)

Se trata de nada mas y nada menos que de "El Hombre Eterno" de G. K. Chesterton.

Como soy el único que lo conoce, paso a explicar de que se trata..

En realidad no sé de que se trata y tampoco lo conozco, ya que solo lo encargué, pero lo que más me sedujo de él es que fue el libro que logró que una persona que no creía en la existencia de Dios, y por lo tanto no le daba la importancia necesaria, se convierta en una persona sumamente conocida a nivel cristiano, literario, poético, etcétera, etcétera, etcétera. Se trata de Clives Stapes Lewis, un señor con cara de bueno que nació en Gran Bretaña hace un par de siglos y escribió cosas muy lindas, muy buenas, muy interesantes, y la mayoría de ellas (excepto Las Crónicas de Narnia) muy difíciles de conseguir.

Pero volviendo al libro es verdaramente una joya literaria. Se podría definir como un libro de apologética cristiana, como los que Lewis también solía escribir.

Generalmente para saber algo acerca de un libro sin obtenerlo es muy bueno leer la introducción y la conclusión del mismo, ya que estos fragmentos suelen aproximarnos a su esencia.
He aquí un fragmento de la introducción :
Hay dos formas de llegar a casa, una de ellas es permanecer en ella y la otra es caminar a través de todo el mundo hasta que volvamos al mismo lugar"
Por lo pude averiguar, El Hombre Eterno esta dirigido para aquellos que no han logrado llegar a casa de la primera forma, invitándolos a que se aproximen a casa de la segunda manera.

El libro surge como respuesta a otro libro (Bosquejo de la Historia, de Wells) que es un ensayo donde se puede ver todo la historia del hombre, pero casi no habla del hombre mas importante que vivío, vive y por siempre virvirá: Jesús de Nazareth. Al leer este libro mi amigo (si, ya lo somos) Gilbert Keith Chesterton se vió motivado a escribir El Hombre Eterno, libro que dividió en dos partes: la primera es una historia donde se puede ver a la raza humana hasta el momento en el que deja de ser pagana. En la segunda parte, habla de la experiencia de la raza humana al conocer a Cristo, y hacerse cristiana, donde se puede ver (a modo de sumario) todo lo que ello significó, todos los cambios, todas las diferencias...

Con solo leer esto, el libro ya me llama a comprarlo. Pero tal vez lo que más me interesó, o motivó es lo que dice otro gran hombre que también admiro y al cual le tengo un cariño-respeto- amor tremendo: el ya mencionado C.S Lewis. Resulta que este hombrecito cuando era muy pequeño, y debido a la muerte de su madre, dejó de creer en Dios, pero leyendo "El Hombre Eterno" de G. K. Chesterton, recuperó su fé. Sobre eso una vez dijo : "por primera vez ví toda la concepción cristiana de la historia expuesta de una forma que parecía tener sentido"

Luego, solía decír que "El Hombre Eterno" de G. K. Chesterton era la mejor apología moderna que había leído.

En estos momentos estoy leyendo otra cosa de Chesterton, una novela sumamente interesante llamada "El hombre que fue Jueves".

Chestertron me gusta. Lewis ya había conquistado mi corazón con sus "Cartas del diablo a su sobrino".

Este libro que está por llegar me promete mucho.

Me vino justo. Porque yo lo encontré haciendo una búsqueda que me parecía eterna. Y el libro también habla de una eterna búsqueda. Yo siempre tuve en la cabeza una idea, una imagen:

El hombre siempre está buscando algo más. Tiene un vacío enorme y está continuamente intentando llenarlo. A veces lo llena con relaciones, a veces con actividades, a veces con sentimientos que busca conocer o generar, a veces con un equipo de fútbol, un grupo musical, o simplemente con una persona.

Pero es como que ese vacío es tan grande que nunca puede ser llenado completamente, la sensación de insatisfacción es algo a lo que el hombre se termina acostumbrando.

Pero resulta ser que ese vacío es tan grande porque tiene el tamaño de Dios. Es así porque solo Dios lo puede llenar, y esto a su vez es así porque no hay nada mas grande que Dios.

Verdaderamente estoy convencido de que todos tenemos y sentimos ese vacío en el corazón y que lo vamos a tener hasta que le demos a Dios el lugar que se merece: justamente nuestro corazón.

Estoy en condiciones de decir que Dios habita en mi corazón, que tenía ese vacío y no lo tengo mas. Que Dios está adentro mío y realmente me guía, me lleva me trae, me cuida y me acompaña. Porque me ama.

También estoy completamente seguro de que Él quiere hacer lo mismo con todos.

Ya lo demostró. Dió el primer paso. Ya jugó sus cartas. Ahora nos toca a nosotros...

Es nuestra elección: seguir llenando efímeramente nuestro vacío con verdaderas banalidades, o llenarlo con lo único capaz de llenarlo de una vez y para siempre